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Habla hombre detrás de la idea de legalizar la marihuana en Uruguay

El Gobierno uruguayo anunció, esta semana, la "legalización regulada " de la marihuana en el país.

Es una de las propuestas más audaces y polémicas de los últimos tiempos en el marco de la discusión de la guerra contra las drogas: legalizar la marihuana. Si el proyecto del Frente Amplio pasa en el Parlamento de este país, su producción, distribución y venta estarán a cargo del Estado. EL TIEMPO habló con el promotor de esta iniciativa, el sociólogo Julio Calzada, secretario general de la Junta Nacional de Drogas.
¿Cuál es la razón por la que el Gobierno de Uruguay toma la decisión de proponer la legalización de la marihuana?
La medida propuesta por el poder Ejecutivo busca disminuir los índices de violencia que se están registrando en el país en los últimos años. Y se conecta con un conjunto de iniciativas que existen en el mundo desde hace un tiempo. El objetivo es romper el 'efecto góndola' o supermercado, en el cual una persona va a buscar marihuana y se encuentra con que le venden otras sustancias, en concreto la pasta base de cocaína, que es el problema más complejo que tenemos nosotros hoy en el país.
¿En qué experiencias internacionales se sustenta esta propuesta?
En 1978, el Gobierno holandés comenzó una serie de políticas vinculadas a eliminar este 'efecto góndola' en relación con la heroína, el hachís y la marihuana y, si bien fueron cuestionadas en algunos aspectos, en lo medular de la propuesta los efectos que tuvo fueron muy positivos. El impacto que tuvo la epidemia del VIH sida fue bastante menor que en otros países de Europa en donde no optaron por este tipo de políticas. Tomamos esa experiencia y la complementamos con un efecto más innovador, que es el papel de ir regulando todo el proceso de financiamiento, producción, distribución y comercialización.
El Estado detrás de toda la cadena...
Sí. Es claro que los negocios que proporcionan marihuana a los usuarios la compran en el mercado negro, así que hay un eslabón de la cadena que no está contemplado en el diseño y la ejecución de estas políticas en estos años. En ese sentido, desde hace una década se viene dando un amplio debate tendiente a revaluar las políticas del último medio siglo, pues no se han tenido los resultados esperados. Allí, lo más destacable es la constitución de la Comisión Global para la Reforma de las Políticas de Droga. Así que la decisión política que toma Uruguay busca dar respuesta a los problemas que tenemos con el crecimiento del mercado y del narcotráfico, así como a los efectos sociosanitarios que están vinculados a la prohibición de estas sustancias.
¿Cómo es el mercado del narcotráfico uruguayo?
Somos un país pequeño, de 3'200.000 habitantes, no somos mercado para ningún tipo de producto, y en el de la marihuana seríamos un barrio de San Pablo, de Río o de Buenos Aires. Pero hay nichos donde algunos elementos de narcotráfico se han introducido y comercializan estas sustancias en el país. El mercado de la marihuana en Uruguay es de 30 o 40 millones de dólares y lo nutren 75.500 personas de entre 14 y 64 años, que la consumen mensualmente. Los que lo hacen a diario son una tercera parte de estos, unos 20.000.
¿Cómo es el patrón de uso de otras drogas en el país?
Tienen un mercado muy pequeño en comparación con la marihuana, la prevalencia mensual puede ser de unas 5.000 o 6.000 personas, radicadas principalmente en el área metropolitana de Montevideo. Pero es un mercado que produce grandes problemas de tipo sanitario, por el estado de dejadez de la persona que lo consume y produce un fuerte impacto en términos de violencia social. Eso es lo que apuntamos a modificar con este tipo de políticas.
¿Cómo son los tratamientos del consumo de sustancias prohibidas en Uruguay?
Tenemos el sistema nacional integrado de salud con un conjunto de dispositivos con los que atendemos la demanda que tenemos. Y los completamos con dispositivos sanitarios en hospitales y con servicios de información para los usuarios. Hay tratamientos de base comunitaria, de trabajo con los usuarios en su entorno de vida, y hay otros de segunda atención, de 30 días de internación. Ahora mismo estamos trabajando en dispositivos de internación de 6 a 12 meses para personas que tienen mayores dificultades desde el punto de vista afectivo, cognitivo y relacional. Todo se acompaña con un sistema de 700 policlínicas en el país que nos permiten hacerles seguimiento a los usuarios.
Esta última iniciativa debe representar una inversión estatal enorme. ¿De cuánto dinero estamos hablando?
Un centro de internación de este tipo tiene un costo de entre 30.000 y 40.000 dólares mensuales. Es una apuesta e inversión millonaria en dólares.
Usted ha dicho que esto no es un 'salto al vacío', pero ¿qué garantiza que el dar acceso libre a la marihuana no lleve a más gente al mundo de las drogas?
Hay estudios importantes hechos en diferentes países que dicen que a mayor percepción de riesgo, menor probabilidad de consumo. Debemos aumentar la percepción de riesgo de esta sustancia en el país, que aquí no es muy alta, aclarando que estamos ante una sustancia que no es inocua, como tampoco lo son el alcohol ni el tabaco.
Si la producción y venta hoy en Uruguay es ilegal, ¿dónde se consigue y cómo pretenden operar de ahora en adelante?
En el mercado negro. Hoy no hay otra alternativa. En la medida en que se blanquee esto, tenemos que encontrar los dispositivos que nos garanticen que no va a circular en el sistema ni se va a volcar en el mercado negro de Uruguay, ni de países vecinos. Y, en cuanto a la operación, hay diferentes alternativas; una de ellas son los clubes de cannabis, como los que hay en España.
¿Cómo funcionará el registro de consumidores?
No está definido y quedará en manos de la discusión parlamentaria, pero puede operar desde los clubes de cannabis, las asociaciones de usuarios o cooperativas que hagan un tipo de registro. Lo que sí es muy claro es que es necesario que haya un fuerte control en esta materia.
¿Hay un proyecto paralelo para tratar los casos de adicción graves?
Sí, sin duda. Desde hace un año estamos fortaleciendo la red de atención en drogas en todos sus términos y generando los dispositivos que nos permitan dar la atención en el momento adecuado a los usuarios de cannabis y de la base de cocaína, así como de cualquier tipo de sustancia.
Por lo que hemos entendido, la idea es tener sus propias plantaciones y que el Estado sea el único proveedor de esta droga. ¿Cuál es la lógica o filosofía detrás de esto y cómo operaría?
Esto está para definirse en el plano parlamentario y, luego, en la reglamentación que deberá darse en el plano ejecutivo. No tenemos todavía una definición en todos sus detalles, más allá de la convicción de que tenemos que atacar el mercado negro. El tema de la plantación está en proceso de discusión y hay diferentes alternativas: que el Estado pueda plantar directamente o mediante terceros, a través de una asociación de cultivadores, como funcionan en general los mercados campesinos de producción de caña de azúcar o de uva. Funcionan bajo determinados controles del Estado, con una regulación fuerte, decidida y generalizada de toda la cadena.
¿No teme Uruguay convertirse en un 'narcodestino' turístico, en el paraíso latinoamericano del cannabis?
No, para nada. Justamente nuestro objetivo es porque sabemos la cantidad de usuarios que tenemos, y contamos con información bastante aproximada de los kilos que se procesan, por lo cual se cultivará una cantidad específica para nuestra cantidad de usuarios. Podrán hacer uso de la misma solamente quienes sean nacionales, no se le venderá esta sustancia a extranjeros.
¿Qué pasa si, por ejemplo, a un año de la implementación de la medida se ve que crecieron los índices de consumo de marihuana en su país? ¿Revisarían?
No podemos hacer apología, pero hay que ser conscientes de que tenemos un tipo de políticas que han sido inversamente proporcionales a lo que se proponían: ni se ha reducido ni se ha eliminado el consumo de drogas, y los resultados en términos sanitarios para nuestros países han sido duros y complejos. Por eso, estamos elaborando otro tipo de propuestas. Quienes dicen que este no es el camino tampoco proponen ninguna alternativa, proponen más de lo mismo, lo que representa crecimiento del consumo, de las redes criminales y del narcotráfico. No queremos afectar a los países vecinos, que tienen todo el derecho y libertad para llevar a cabo sus políticas, pero estamos intentando recorrer otros caminos. Y si mañana la práctica nos indica que estos caminos no son los adecuados, los cambiaremos, pero las experiencias que se han hecho de aperturas de los mercados no nos indican que esto sea lo que vaya a suceder.
¿A qué experiencias se refiere?
La experiencia de Portugal está muy evaluada, así como la de Holanda, y no nos dan señales en el sentido en que el mercado regulado por el Estado en ciertas condiciones facilite el aumento de consumo de sustancias.
¿Estados Unidos, opuesto a la legalización, se ha pronunciado al respecto?
No tenemos una comunicación directa de que los organismos de droga de Estados Unidos se hayan pronunciado al respecto, pero se puede pronunciar cualquier país. Es legítimo. Solo nos preguntamos, ante la crítica, qué alternativas nos proponen.
Estamos hablando de la legalización de la marihuana. ¿Se ha pensado lo mismo con la cocaína u otra sustancia?
No, en este momento estamos trabajando exclusivamente sobre el tema de la marihuana, que es el tema que más nos afecta.
Teniendo en cuenta que es una propuesta del Frente Amplio, mayoría en el Parlamento, ¿existe alguna posibilidad de que se hunda el proyecto?
Va a tener una amplia discusión parlamentaria, pero no tenemos una previsión de que se caiga. Y como hay dos proyectos en el Parlamento que tienen representación de todo el arco parlamentario, somos optimistas en que se llegue a un acuerdo.
Durante años se ha dicho que en esto de la legalización de las drogas una golondrina no hace verano y que de nada sirven las decisiones aisladas, unilaterales. ¿Por qué cree que la iniciativa uruguaya tendrá éxito?
Usted es papá de tres adolescentes. ¿Qué les diría a esos millones de padres latinoamericanos que hoy pueden estar viendo con temor esta iniciativa uruguaya?
Lo que más nos importa es precisar que en ningún caso está previsto para los adolescentes. El eje central del desarrollo de las políticas es que ninguna sustancia de tipo psicoactivo o psicotrópica sea consumida por niños o por adolescentes.
DOMINIQUE RODRÍGUEZ DALVARD
Redacción Domingo
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