Con el nuevo año, llegó a California un mercado legal de marihuana para fines lúdicos. Ya existía uno, con fines médicos y acceso amplio, desde 1996. Aun así, esto es un paso importante. Se amplía el acceso al cannabis, se fortalece el marco regulatorio y se genera una fuente importante de ingresos tributarios.

Además, dado el peso demográfico, económico, político y cultural de California, la legalización en ese estado puede dar un impulso decisivo a los esfuerzos de reforma en todo el mundo.

Bienvenida sea entonces la marihuana legal en California. Muchos resultados positivos pueden surgir de ese proceso.

Pero algo no ha logrado ni va a lograr la legalización de la marihuana en el país vecino: reducir significativamente la violencia criminal en México.

La marihuana ya es legal para fines lúdicos en ocho entidades federativas de Estados Unidos. Asimismo, en 29 estados, existe acceso a la marihuana médica.

Poco a poco, ese proceso le ha ido quitando participación de mercado a la marihuana mexicana. Entre 2011 y 2016, los decomisos de cannabis realizados por agencias estadounidenses en la frontera con México disminuyeron 47%. Esa reducción de decomisos previsiblemente refleja una caída en el volumen exportado, ya que tuvo lugar en un periodo de endurecimiento de controles fronterizos.

Además, ha ido cayendo el precio de la marihuana en Estados Unidos. En el estado de Washington, uno de los pioneros de la legalización para fines lúdicos, el precio al menudeo de la marihuana se redujo en promedio 67% en los primeros tres años de operación del mercado. Es posible que el precio de la marihuana mexicana haya tenido una trayectoria similar.

Dicho de otro modo, el ingreso por exportación de marihuana ha caído de manera considerable en los últimos cinco años. Tal vez más de 60 a 70%, aunque es difícil saberlo con precisión.

Esa caída se nota del lado mexicano. La erradicación de marihuana se ha desplomado: en 2010, fueron destruidas 18 mil hectáreas de cannabis. En 2016, el total reportado por el gobierno fue de apenas 5 mil 394 hectáreas.

En resumen, la evidencia disponible sugiere que la legalización gradual en Estados Unidos ha tenido el efecto esperado: la disminución del comercio ilícito.

Pero eso no ha tenido por ahora impactos visibles en la violencia homicida en México. Al menos no a escala nacional. La tasa de homicidio en 2017 se ubicó en torno a 24 por 100 mil habitantes, más o menos donde se encontraba en 2011, antes de que iniciaran los experimentos de legalización para fines lúdicos en Estados Unidos.

Es posible que en las zonas de producción, a nivel municipal o incluso estatal, haya efectos más marcados. Sin embargo, eso confirma el punto central: en el mejor de los casos, el impacto ha sido modesto y acotado regionalmente.

Con toda probabilidad, eso no va cambiar en el futuro. Lo sucedido hasta ahora ya liquidó las dos terceras partes del mercado. La eliminación del tercio que falta difícilmente va a tener un efecto notoriamente más grande.

¿Y si se legalizara la marihuana en México? Pues tal vez habría algún efecto adicional. Pero comparado con el mercado de exportación, tanto en volumen como en valor, el mercado interno es muy pequeño. Es difícil suponer que su eliminación tendría un efecto mucho más significativo que la destrucción de dos terceras partes del ingreso por exportación.

Eso no significa que no haya que caminar en esa dirección. En lo personal, considero que México debe avanzar (rápido) hacia un mercado legal y regulado del cannabis. Pero eso no va a pacificar al país, ni nos va obviar la larga y compleja tarea de construir Estado.

No hay varitas mágicas. No hay atajos.

alejandrohope@outlook.com @ahope71

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses