Hace dos años, en mi calidad de presidente de la Comisión Global de Políticas de Drogas, realicé un llamado público a despenalizar el consumo de drogas y a experimentar con modelos de regulación legal. Mis colegas y yo hicimos este llamado en base al reconocimiento de que el prohibicionismo ha fracasado en muchos niveles. Durante demasiado tiempo, éste ha implicado el desaprovechamiento de inestimables recursos gubernamentales, que poco han beneficiado a la seguridad pública y la salud.