El 'boom' de clubs de cannabis atrae el turismo del porro a Barcelona

El número de clubs ha crecido sin control los últimos años y de los 500 que hay en España 200 se encuentran en Barcelona

Las asociaciones piden mayor regulación para evitar las malas prácticas de algunos locales

En páginas web referencia en cultura de marihuana se vende la ciudad como "la nueva Ámsterdam"

El 'boom' de clubs de cannabis atrae el turismo del porro a Barcelona
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Barcelona es la nueva Ámsterdam”. La capital catalana se vende en numerosas páginas referencia en el mundo del cannabis como un lugar en el que es fácil y barato adquirir marihuana a través de los clubs que desde hace dos años han crecido de manera espectacular en la ciudad y que el Ayuntamiento barcelonés está investigando y quiere regular. El vacío legal existente en España sobre las asociaciones de cannabis ha provocado que éstas aumenten de forma importante en los últimos años y está favoreciendo que ciudades como Barcelona (que aglutina 200 clubs, casi la mitad de todos los que hay en España) se estén volviendo una referencia mundial en el turismo del porro.

Varias páginas web promocionan la capital catalana como un lugar amable y permisivo con el cannabis en el que los visitantes tienen facilidades para acceder a algunos locales y conseguir marihuana, a pesar de que las normas de acceso a estos clubs son, a priori, restrictivas porque requieren que un socio amigo avale la entrada. Algunas de las asociaciones que señalan estas páginas niegan que estén participando en estas prácticas aunque reconocen que están investigando si alguno de sus socios está facilitando la entrada de Erasmus o turistas a la asociación a cambio de una contraprestación económica. También federaciones como CatFAC reconocen que “es muy probable” que se esté dando esta práctica que atribuyen al vacío legal y al hecho de que muchos de estos locales no tienen una reglamentación clara ni pertenecen a ninguna federación y, por tanto, se desconoce la función que desarrollan. Por eso piden que se ponga en marcha una regulación para evitar ésta y otras malas prácticas, como la competencia desleal a los bares.

Webs que publicitan el turismo de 'canuto'
Algunas páginas web especializadas en el ámbito como WeBeHigh o Greenline hace tiempo que publicitan la ciudad de Barcelona como un lugar en el que el acceso al cannabis es algo sencillo. Y no solo Barcelona, España en general se vende como un destino abierto al consumo. WeBeHigh, con quién ha intentado contactar este medio sin obtener respuesta, incluso ofrece tours por la capital catalana y otras ciudades del mundo e información para poder entrar en algunos de los 200 clubs que actualmente tiene contabilizados Barcelona y a los que, en principio, solo se puede acceder si otro socio amigo facilita la entrada. Eso sí, pagando la cuota.

Los tours consisten en visitar varios clubs de diversos puntos de la ciudad y en algunos casos finalizan con una visita al museo del cannabis que hace un año y medio que se inauguró en Ciutat Vella o en una discoteca. Así, según ha podido comprobar este diario, un tour por cuatro locales asciende a unos 100 euros en concepto de "membresía" (es decir, los visitantes se hacen socios de todos los clubs). El portal presenta la ciudad como un lugar en el que existen “un montón de coffee shops” (término que las asociaciones cannabicas rechazan) en la que prácticamente “se puede fumar en todas partes” y con una liberalidad similar a la de San Francisco o Ámsterdam.

La encargada de la web en la ciudad también difunde en su cuenta de la red social twitter noticias que venden Barcelona como el nuevo Ámsterdam o rankings que sitúan España como el segundo mejor lugar en el que fumar solo por detrás de Uruguay (país que ha legalizado recientemente la sustancia) y por delante del paraíso por excelencia de los coffee shops: Ámsterdam. A modo de apunte, la ciudad holandesa tiene prácticamente el mismo número de coffee shops que clubs cannabicos hay contabilizados en Barcelona.

Otra muestra de que la capital catalana se ha convertido en referencia en el ámbito de la marihuana se podría ver el próximo febrero, mes para el que el London Cannabis Clubs está organizando una expedición hacia Barcelona que abiertamente ofrece a sus usuarios la posibilidad de hacerse socios de algunos de los clubs de la capital catalana para tener acceso a “hierbas fantásticas”.

Investigando posibles irregularidades
RDM es uno de los clubs barceloneses que algunos portales señalan como uno de los locales que se prestaría a permitir la entrada de turistas a pesar de que para poder acceder se requiere de un padrino. Este club, situado en la calle Bailèn, ha negado a LaVanguardia.com estar participando en estas prácticas que, por otro lado, son “ilegales”, explica su presidente, Enric Peris, aunque reconoce que está investigando si algún socio, a título personal, está facilitando la entrada al club a estudiantes Erasmus u otros turistas a cambio de “dinero” y dando acceso al circuito cerrado de socios que permite retirar marihuana y consumirla en el propio local.

Enric Peris detalla que el club, que inició el papeleo para fundarse hace unos dos años pero que hasta hace menos de uno no abrió sus puertas, cuenta con 2.800 socios pero que solo unos 400 son activos (es decir, frecuentan el local al menos una vez al mes) y reconoce que es difícil controlar lo que hacen todos sus socios.

Jaume Xaus portavoz de la Federació d’Usuaris de Cànnabis de Catalunya (CatFAC) admite que “es muy probable” que haya páginas web que “estén promocionando las asociaciones cannabicas en Barcelona” y “moviendo turistas”. Xaus explica que Barcelona es una “ciudad muy especial y cosmopolita en la que hay una tradición de consumo importante” y que una falta de “normas claras” por parte de la administración ha llevado a un vacío legal. El portavoz señala que de las 500 asociaciones cannábicas existentes en España 300 están en Catalunya (200 de ellas en la capital catalana) pero que únicamente 50 pertenecen a alguna federación y que de las otras 250 “no se sabe nada”, no tienen criterios de actuación y “tienden a ser más opacas”. Por eso urge a una regulación “restrictiva” que garantice que los clubes cumplan con todos los requisitos de malas prácticas y que “no choque con el ocio nocturno”.

¿Cómo funcionan los clubs cannábicos?
Las asociaciones cannábicas se amparan en el derecho al autocultivo porque en España llevarlo a cabo para un círculo privado de usuarios no es un delito penal, mientras que sí está tipificado como delito si se produce para terceras personas o para lucrarse, explican Jaume Xaus, portavoz de CatFAC y Albert Tió, vocal de FedCAT. Ambos representantes admiten “descontrol” en el ámbito de los clubs y que con una regulación “algunos no sobrevivirían”. Así, los clubs se asocian en un grupo cerrado al que solo se puede acceder con el aval de otro socio y el candidato debe tener un mínimo de 21 años, detalla Tió.

Aunque estas normas únicamente parecen estar garantizadas en aquellas asociaciones que cuentan con un código de buenas prácticas, la mayoría de ellas federadas. Un usuario paga, de media, unos 20-30 euros anuales por acceder al local a lo que hay que añadir el coste del consumo, que prorratea entre todos los socios los costes del cultivo. Y el código de buenas prácticas señala que no se produce marihuana a la espera de demanda sino que se hace una “previsión de cultivo”, explica Xaus. El usuario puede recoger su cantidad presentando el carnet de socio firmando la fecha y cantidad retirada. Además, ofrecen una sala en la que poder fumar la marihuana sin necesidad de tener que sacarla a la calle. Algunas también disponen de servicio médico y elaboran campañas de prevención de riesgos.

Tió, cuya federación tiene unos 60.000 afiliados, explica que a raíz del anuncio del consistorio barcelonés de investigar la actividad de los clubs existentes en la capital catalana, cada vez más asociaciones se muestran interesadas en formar parte de una asociación y “hacer las cosas bien”.

El acceso de usuarios, así como la retirada de cannabis, son dos de los puntos que están más en cuestión. Xaus, que también es miembro de Associació Cannàbica (club situado en Igualada), explica que desde la federación a la que pertenece en los últimos meses han “endurecido” el acceso y un socio solo puede avalar a un máximo de cinco amigos al año. De esta manera, relata el portavoz, evitan malas prácticas. Pero lamenta que es posible que no todos los clubs sean tan estrictos.

Veto a las malas prácticas
Las federaciones consultadas lamentan que son los clubs con código de buenas prácticas y con interés por hacer bien las cosas los que más presión policial sufren. Por otro lado reconocen que el vacío legal unido a una “falta clara de directrices” por parte de Fiscalía y Mossos d’Esquadra ha agravado la situación y facilitado las malas prácticas. La competencia desleal hacia locales de ocio nocturno, porque algunos clubs ofrecen servicios similares a los de un bar, es otro de los puntos de conflicto. No controlar el circuito cerrado de socios, ir a captar socios a la calle, no apostar por el autocultivo y comprar en el mercado negro o no llevar a cabo campañas de prevención son algunas de las malas prácticas que denuncian las propias asociaciones.

¿Deben regularse jurídicamente los clubs de cannabis? Gracias por participar Tu voto ha sido contabilizado No Ns No Ns poll_amp.error.message Encuesta cerrada. Han votado Personas

Radiografía de un club de cannabis

- Autocultivo: Clubs de ámbito privado que se amparan en el autocultivo. Los socios, que deben ser mayores de edad, hacen una previsión de cultivo y se reparten los gastos del mismo.
- Aval: Acceso restringido que obliga a ser avalado por otro socio.
- Coste: La cuota de socio ronda los 20-30 euros y su pago es anual.
- Perfil: La mayoría son hombres y aunque existe la figura del usuario terapéutico la mayoría son lúdicos. La medida de edad está entre 25 y 30 años y la del socio terapéutico entre 30-35 años.
- Instalaciones: Un dispensario donde se recoge la marihuana y una sala para poder consumirla son los elementos básicos. Pero la mayoría de asociaciones también cuentan con una pequeña zona de bar.

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