Hace unos pocos años, hablar de despenalizar el consumo de drogas era causa segura de enconada controversia. Hoy lo es menos y eso, de por sí, ya es una buena noticia. Al calor de las cifras sobre agudización de la violencia y aumento del consumo y del poder corruptor de los emporios criminales que viven del narcotráfico, se ha ido ‘cocinando’ un consenso sobre la necesidad de ensayar nuevos caminos, pues los hasta ahora recorridos parecen conducir todos a callejones sin salida. El informe elaborado por la OEA sobre el problema de las drogas en las Américas está llamado a ser la piedra angular de una nueva forma de afrontar el enorme desafío que representan las sustancias ilegales.