"Colombia puede liderar una nueva política de drogas"
Ethan Nadelmann, la figura más representativa del movimiento estadounidense para acabar con la guerra contra las drogas, habló con El Espectador
Sábado, 19 de febrero, 2011
Al día siguiente de las declaraciones de Juan Manuel Santos, en las que afirmó de nuevo que la despenalización de las drogas es “una alternativa que podemos discutir” la organización más importante de Estados Unidos para promover opciones a la guerra contra las drogas, Drug Policy Alliance (DPA), difundió un comunicado público inusual. Ethan Nadelmann, director de DPA, afirmó que “junto con la reciente declaración pública del presidente Obama acerca de la legitimidad del debate de la legalización de las drogas,” las palabras del presidente de Colombia sugieren “que se está abriendo un debate global, esencial y sin precedentes, para una reforma significativa en las políticas de drogas”.
En Washington el tema de la legalización, normalmente marginado de la agenda de la Casa Blanca, había estado rondando hacía dos semanas. En la sesión anual de preguntas a Obama en Youtube, en la que los ciudadanos cuelgan sus inquietudes en la red y votan por las que quieren que el presidente responda, 198 de las 200 más votadas eran sobre política de drogas. La que más votos recibió, que respondió el presidente, fue de un ex policía que le preguntaba si no era momento ya de debatir la legalización y regulación de las drogas. Obama dijo, sentando un precedente inédito en la historia presidencial de EE.UU., que la legalización era “un tema totalmente legítimo de debate”.
Acto seguido, sin embargo, en la misma línea que las declaraciones anteriores de Santos y el presidente de México, Felipe Calderón, Obama aclaró que no estaba de acuerdo con la legalización.
“¿Qué tan fructífero puede ser un debate en el que los actores principales llegan ya con una opinión tan prefigurada?”, pregunté. Ethan Nadelmann, director de DPA, estaba al otro lado de la línea, en algún lugar de California. Por su corto silencio antes de contestar sentí que la pregunta lo irritaba un poco.
“La evolución del discurso actual es impresionante. Nosotros venimos plantando este debate hace más de 20 años, y hoy estamos en un punto en el que varios presidentes por fin nos toman en serio. Traer estas voces a la mesa es un paso indispensable para poder pensar en reformar la estructura fundamental de la prohibición. Ahora lo que importa es encarar ese debate a partir de hechos, de evaluaciones serias de las políticas, y de las consecuencias de las posibles alternativas”.
Nadelmann es uno de los activistas más prominentes del mundo en el tema. Tiene un doctorado de Harvard y ha publicado artículos en revistas especializadas como Science y Foreign Affairs, además de ser fuente frecuente en diarios y programas de televisión. Fuera de encabezar DPA, Nadelmann es asesor de la nueva Comisión Global de Política de Drogas. Durante un momento, recién elegido Obama, cuando los progresistas estadounidenses creían que todo era posible, su nombre circuló informalmente como posible candidato a Zar Antidrogas. El momento no llegó, sin embargo Nadelmann asegura que hoy estamos en un “punto de quiebre.”
“El movimiento de reforma está creciendo rápidamente. Actualmente hemos acumulado un nivel de masa crítica entre la opinión de EE.UU. sin precedentes. Las encuestas muestran niveles de aprobación mayoritaria a la marihuana medicinal, y bordean el 50% para la legalización y regulación de su uso recreativo. Catorce estados permiten la venta de cannabis con fórmula médica, y un número similar han despenalizado la posesión. En noviembre pasado el referendo de California lo perdimos por una diferencia de menos de 4 puntos, pero pusimos al país y a una parte del mundo a pensar en alternativas”.
Precisamente cuando se acercaba el voto en California, Santos sorprendió con sus primeras declaraciones. Sin embargo, sólo hasta la semana pasada dejó implícito por primera vez como presidente que estaría dispuesto legalizar. “Si el mundo decide (legalizar) y cree que así se reducen la violencia y la criminalidad, yo podría acompañar eso”, fueron sus palabras exactas, en una entrevista a la revista Semana.
“¿Ayudan las declaraciones de Santos para lo que ustedes hacen en Estados Unidos?”, le pregunté a Nadelmann.
“Sí, ayudan mucho. Sobre todo porque vienen del aliado más cercano de Estados Unidos en la región. Santos fue ministro de Defensa de Uribe y conoce de primera mano las consecuencias y los costos de la guerra contra las drogas. Sus opiniones, y las de otros colombianos, ayudan a que aquí sea creíble la idea de un debate transnacional”.
No obstante, fuera de los medios, fuera de las redes sociales, fuera de las muy ocasionales menciones presidenciales, el tema aún está lejos de los centros de poder de la política exterior de EE.UU. Esta semana hubo audiencias en los dos comités sobre la región, de Senado y Cámara, y en ninguna hubo menciones a cambios significativos en la estrategia para combatir el narcotráfico.
Una muestra de la persistencia del paradigma de 40 años fue la respuesta de Frank Mora, el subsecretario del Departamento de Defensa, ante las inquietudes del Senador Robert Menéndez por la violencia en México. Con un candor que arrancó risas ahogadas a los periodistas presentes, Mora dijo que “la violencia en México es una señal de que la estrategia del gobierno de Calderón está teniendo éxito”.
En política interna el asunto es distinto. Peter Hakim, presidente emérito del Dialogo Interamericano, presentó a principios de este mes un reporte llamado “Repensando la Política de Drogas de E.U.” en Washington. Asistieron tres representantes de la Cámara. El reporte revela una encuesta realizada con por la firma Zogby International, según la cual el 75% de los estadounidenses piensa que la lucha antidrogas es un fracaso. En sus declaraciones, el representante demócrata Jared Polis, sostuvo que “es cuestión de tiempo hasta que la opinión pública se sintonizara con los políticos electos”.
Al respecto, le pregunté a Nadelmann cómo interpretaba la oposición abrumadora en las encuestas de los países latinoamericanos a cualquier alternativa distinta a la prohibición.
“En América Latina el debate está lleno de miedos y malentendidos. Cuando uno habla de legalizar, la gente piensa en cederle terreno a los carteles, cuando lo que se quiere con nuevas medidas es exactamente lo contrario: acabar con los mercados ilegales con los que se financian los grupos ilegales. Es un debate que todavía necesita desarrollarse.
De nuevo aquí el papel de Colombia ha sido muy importante. En la campaña presidencial del 2010, los dos candidatos principales tenían posiciones progresistas. Mockus, como miembro de la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia –que también integra el expresidente César Gaviria–. Y Santos, quien en 1998 firmó una carta al Secretario de la ONU pidiendo reformas en la lucha contra las drogas. Colombia tiene una tradición de seriedad intelectual en este debate que la pone en la vanguardia de América Latina. Y en el futuro puede jugar un papel aún más poderoso para influenciar a la región. No olvide que Santos es el primer presiente en ejercicio en promover una discusión”.
¿Y qué puede hacer Santos para poner su poder donde están sus palabras?
“Él puede legitimar aún más el debate. En su función puede tener conversaciones públicas y privadas con personas muy influyentes. Puede también convocar una cumbre con otros mandatarios para discutir las efectividad de las políticas actuales y la viabilidad de otras alternativas. Puede financiar estudios para debatir a partir de datos más sólidos.
Además, es posible avanzar mucho sin abandonar la prohibición. Con políticas de reducción del daño, despenalización del consumo, y una visión de salud pública. Nuestra insistencia en un debate es honesta. No estamos diciendo que es legalización o nada”.
Nadelmann tiene que colgar. Es un tipo ocupado. Además de un informe sobre los daños causados por 40 años de prohibición en Estados Unidos, su organización está involucrada en los planes para volver a presentar referendos en Colorado y California en el 2012 para legalizar la marihuana. Pero incuso sobre este tema su optimismo da paso a la cautela, “las posibilidades son 50-50”.
Recuerdo la metáfora que usó Peter Hakim, cuando hablamos en su oficina de Washington unos días después de presentar el reporte del Diálogo Interamericano. “Después de 40 años este debate está apenas gateando”, dijo, con una sonrisa socarrona, como si a sus 69 años, fuera consciente de que tal vez no lo verá caminar.
Gaviria aboga por la legalización
El pasado 11 de febrero el expresidente César Gaviria volvió a criticar la política antidrogas estadounidense, a la que tildó de “fracasada”, e hizo un llamado para que ese gobierno, junto con los de Colombia y México, revise y rediseñe la estrategia.
“Hay que exigir que en Estados Unidos haya un debate sobre las políticas antidrogas. Hay alternativas, muchas alternativas. Estados Unidos tiene que discutir este problema y Colombia y México tienen que pedírselo. Debemos ser capaces de ponernos de acuerdo con EE.UU. en cómo vamos a medir los éxitos de su política”, sostuvo el ex mandatario.
Asimismo, afirmó que el rediseño del programa debe hacerse de acuerdo con las necesidades de los países productores para reducir las violencias y no reproducir las que genera el prohibicionismo. “Debemos aprender de los europeos y entender que buena parte de los muertos de Colombia tienen que ver con el narcotráfico”.