Soberón, el hombre que sobrevivió
Domingo, 11 de septiembre, 2011
Las tres semanas más largas en la vida de Ricardo Soberón acabaron el jueves, cuando Ollanta Humala lo respaldó pese a su error político de dirigirse a los cocaleros como si fuera su defensor. El jefe de Devida sobrevivió a la guerra fría de la embajada de los EEUU y a una dura campaña que quiso vincularlo a un presunto colaborador de ‘Artemio’.
En la delegación que la mañana del jueves arribó a la base aérea de la Oficina de Asuntos Antinarcóticos norteamericana (NAS), en Pucallpa, estaba lo más selecto del equipo antidrogas peruano. Llegó el ministro del Interior, Óscar Valdés, y lo acompañaban el jefe de la Dirandro y el director del Corah. Como anfitriona (el viaje lo organizó ella) llegó la embajadora Rose M. Likins. Los visitantes recorrieron plantaciones de cultivos alternativos, financiadas con dinero americano, y sobrevolaron en helicópteros Aguaytía y otros distritos de la provincia de Padre Abad, donde avistaron pozas de maceración e interminables cultivos de coca.
Ese mismo día, cientos de cocaleros se movilizaban de Aguaytía hacia Pucallpa en una marcha en contra de la erradicación de sus cultivos, la primera que el movimiento cocalero organiza en el gobierno de Ollanta Humala. El viaje organizado por Likins parecía, precisamente, un mensaje de que no se cedería en la política de erradicación. La presencia del general (r) Juan Zárate Gambini, jefe del Corah y hombre cercano a la embajada, apuntaba en ese sentido. Con ese pulseo erradicadores vs cocaleros, en cierto momento parecía que lo más importante en cuanto a la problemática antidrogas estaba sucediendo allí, en la capital de Ucayali.
Mientras eso ocurría, Ricardo Soberón, presidente ejecutivo de Devida y jefe, por ley, de la política antidrogas peruana estaba en Lima. Del viaje se enteró extraoficialmente. A él nadie lo había invitado.
“Eso parece una provocación. Es una manera de decir que él (Soberón) está fuera de fuego, que está aislado”, señaló a Domingo una fuente del Ejecutivo cercana al jefe de Devida y uno de sus aliados en Palacio en las semanas críticas que ha atravesado. “Quieren forzar su renuncia, pero él no va a renunciar. Lo ha dicho esta mañana (miércoles) en la radio”. En ese momento, la fuente reconoció, sin embargo, que nada estaba dicho. “La campaña mediática en contra de él está muy fuerte y nos estamos acercando a una situación en la que se tendrá que decidir”.
Salvado en la víspera
Las cosas se habían decidido esa misma mañana de miércoles, aunque nadie lo sabía. Salomón Lerner se había reunido con Humala y le había presentado los Lineamientos Estratégicos de la Política Antidrogas 2011-2016 que Soberón le había expuesto el día anterior. Lerner le habría dicho al presidente que había que llevar a cabo esta nueva política y que él aún confiaba en el presidente de Devida. Humala, práctico al fin, le dio su bendición.
Al día siguiente, entre las ollas de Mistura, el jefe del Estado anunció que Soberón tenía su respaldo. Aunque le mandó una sutil advertencia al señalar que “sobre las políticas de Estado y sobre la lucha contra las drogas todos deben alinearse”; fue un respaldo al fin y al cabo. “El informe que tengo del primer ministro es que el presidente de Devida está identificado con la política antinarcóticos del gobierno”, dijo el mandatario. Esta revista no ha podido confirmar si el apoyo tenía las características de una última oportunidad. Pero eso es algo que –por lo que se relatará líneas abajo– no se puede descartar.
En los predios de la institución de la avenida Benavides, el hecho adquirió la condición de un triunfo. “Con esto se cierra esta etapa de desinformación y satanización (contra Soberón)”, dijo Julio Castro Gómez, jefe del gabinete de asesores de Devida, en breves declaraciones a Domingo. “El presidente ha señalado también que, junto a la disminución de los cultivos, uno de los componentes fundamentales es el diálogo con los productores cocaleros”, añadió. Aunque no lo dijo, pareció que sentía concluido el vía crucis de las últimas tres semanas.
La verdad de la suspensión
Los problemas para Soberón comenzaron cuando se detuvo la erradicación, el 16 de agosto. ¿Qué fue lo que pasó? En los días previos, el titular de Devida había recibido una llamada de Serafín Luján, secretario general de la Conpaccp, quien le dijo que los erradicadores del Corah estaban actuando con violencia y maltratando a los agricultores de Tingo María. Soberón, sorprendido porque ignoraba que las operaciones, detenidas en abril, se habían reanudado en este gobierno, llamó a Palacio para saber si el premier lo había autorizado. No lo había hecho. Tampoco lo autorizó Humala. Dio la casualidad de que el mandatario estaba reunido con el ministro del Interior. De inmediato, le ordenó suspender la erradicación.
Las razones por las que se reinició la labor del Corah, exactamente una semana después, no han podido ser determinadas por esta revista, aunque es probable que la alarma que expresaron analistas y medios por la suspensión haya pesado. La alarma aumentó cuando la prensa reveló que en una asamblea con cocaleros, el 24 de julio, y en un mail dirigido a ellos, el 12 de agosto, el jefe de Devida les había hablado prácticamente como si fuese su hombre en el Ejecutivo. “No siempre podré detener dichas acciones (de erradicación)”, les dijo en el mail publicado por El Comercio.
Según fuentes palaciegas, la molestia en las altas esferas del gobierno por ambos hechos fue manifiesta. La embajadora Likins se quejó con Salomón Lerner –quien ya andaba irritado– porque ante los cocaleros Soberón había criticado directamente la política norteamericana. El sociólogo hizo, como es conocido, un mea culpa (dijo que actuó como el especialista en temas cocaleros que era antes y que se olvidó de que ya era funcionario del Estado) y se reunió con Likins para asegurarle que acataría las directivas establecidas por Humala (incluyendo mantener la erradicación). Pero ya se había granjeado la enemistad de los representantes de Washington.
Por esa razón, el jueves fue el gran ausente del sobrevuelo en Pucallpa.
Acuerdo con cocaleros
Este martes, Soberón y su equipo se presentarán ante la Comisión de Defensa del Congreso, que le pedirá explicaciones por esta cuestionada cercanía con los dirigentes cocaleros. Ese día, les presentarán a los parlamentarios los Lineamientos Estratégicos de la Política Antidrogas que expusieron a Lerner el martes y que hasta el cierre de esta edición estaban pendientes de discusión en el Consejo de Ministros.
La nueva estrategia implica no pocos cambios. Los nuevos conductores de la política antidrogas sostienen que el gobierno aprista, por instancias de Washington, solo se preocupó por erradicar y descuidó el trabajo en áreas mucho más importantes como la interdicción, el control de insumos químicos y la persecución del lavado de activos. El plan de Devida contempla reforzar esas tareas con capacitación, los ajustes legales que sean necesarios y, definitivamente, más recursos.
Se mantendrá la erradicación pero será concertada. La idea sería que en el primer año la erradicación se concentre en ese 15% de cocaleros que tiene cultivos de más de una hectárea de extensión. Al 85% restante se le permitiría mantener su coca mientras se busca que con la interdicción el precio de la hoja descienda. Una vez que eso ocurra, se negociará con ellos para que se incorporen a los proyectos de desarrollo alternativo, ofreciéndoles trabajo en obras de infraestructura y servicios.
Domingo supo que, en forma paralela y ciertamente discreta, se está explorando la posibilidad de llegar a un acuerdo político con el movimiento cocalero. El interlocutor en estas conversaciones es la Conpaccp, el gremio cocalero más importante, precisamente aquel con el que Soberón tiene gran cercanía. Los estudiosos del tema cocalero que hoy están en el gobierno, como Soberón, Hugo Cabieses y Carlos Tapia, siempre han sostenido que se debe ganar a los cocaleros a la lucha contra el narcotráfico. Hoy, desde el poder, buscarían que esa tesis se cumpla.
Una idea que se baraja en el gobierno es que cada seis meses Devida presente informes ante la opinión pública sobre el avance de la estrategia. Eso permitiría, entre otras cosas, destacar los méritos de los sectores que logren las metas y señalar las responsabilidades de aquellos que no las alcancen. “Sería también una manera de darle autoridad a la institución, que con el Apra estaba pintada”, dice una fuente. Hasta mitad de semana, la preocupación estaba en el futuro de Soberón. Eso parece haber sido superado. Por ahora.
El último radical
Para algunos funcionarios del gobierno no parece casual que se haya capturado al dirigente cocalero Eduardo Ticerán, presunto integrante de la red de colaboradores de ‘Artemio’ y autodenominado “amigo” de Ricardo Soberón, en medio de una coyuntura de ataques sostenidos al jefe de Devida. La revista Caretas informó, el jueves, que la operación estuvo a cargo de la DINI y que habría respondido a la intención de Ollanta Humala de dar un mensaje contundente en la lucha antidrogas ante las señales erráticas que el caso Soberón había dejado en la opinión pública. Las fuentes del Ejecutivo sospechan que la decisión de capturarlo ahora pudo haber respondido a un pedido de los servicios de Inteligencia norteamericanos.
Como afirma el experto en temas cocaleros Jaime Antezana, la detención de Ticerán representa el puntillazo final a la Cenacop, otrora poderosa organización de productores cocaleros, que jaqueó al gobierno con un paro en el verano del 2007 y cuya plana mayor de dirigentes cayó en la Operación Eclipse, en diciembre del 2010.
La Conpaccp, la otra organización de cocaleros, es la única que queda en actividad, aunque sin la fuerza que le imprimían líderes del pasado como Nelson Palomino y Nancy Obregón (hoy una ex congresista en busca de un cargo). En agosto debía llevarse a cabo un congreso que exploraría la posibilidad de unificar ambas organizaciones. Con los últimos acontecimientos, eso parece haber quedado atrás.