Salas de consumo de drogas
Evidencias y prácticas
Junio de 2012
Durante los últimos 10 a 20 años, las salas de consumo de drogas (SCD) se han convertido en una parte integral de estrategias de tratamiento de la dependencia a las drogas y de reducción de daños en una serie países de Europa occidental, Norteamérica y Australia. No obstante, éstas aún no han llegado a ser implementadas en la mayoría de los países en el mundo.
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Este documento informativo brinda un breve resumen de los antecedentes, la historia y los objetivos de las SCD, y analiza la evidencia disponible en cuanto a su impacto. La segunda parte del documento informativo consiste en una visión general de las diversas SCD en distintos países, y se centra concretamente en los conceptos empleados para desarrollar estos centros en relación a la situación política, cultural y social de cada país.
Conclusiones y desafíos pendientes
Las SCD se encuentran en la primera línea de las discusiones en el terreno de la reducción de daños y las políticas sobre drogas. Aunque la evidencia disponible sugiere que estos establecimientos tienen un impacto positivo sobre la salud y el bienestar de los consumidores individuales y de la comunidad en general, numerosos gestores de políticas y medios de comunicación convencionales operan como una barrera para el lanzamiento y/o la expansión de las SCD. Recientemente se han lanzado iniciativas sobre la necesidad de abrir tales espacios en Antwerp (Bélgica), Marsella (Francia), Turín (Italia), el Reino Unido y otros lugares, sin que se produzcan avances concretos hasta la fecha. La única excepción a esta regla es la experiencia de Dinamarca, donde el Parlamento ha aprobado recientemente una ley que crea las bases legales para el desarrollo de las SCD en ese país.
Vale la pena señalar que, aunque la opinión pública está generalmente en contra de la introducción de estos establecimientos, la aceptación del público hacia las SCD es considerablemente elevada en la mayoría de los lugares donde han sido establecidos, por cuanto los problemas de salud se han reducido, y el mantenimiento del orden público ha mejorado. Comunidades, vecindarios y autoridades locales están por lo general involucradas en el buen funcionamiento de estos establecimientos, mediante la cooperación y la comunicación. Igualmente, la participación de las personas que consumen drogas en el diseño y operación de estos establecimientos constituye una parte esencial para la aceptación y el éxito de esta iniciativa.
En términos de efectividad, parece evidente que, en la medida en que evolucionen los patrones de consumo, las SCD deberán adaptar sus servicios a aquellas nuevas maneras para consumir drogas (inhalar, fumar), y a las nuevas sustancias consumidas (como en el caso de los “estupefacientes legales”) por parte de nuevos grupos objetivo (como los consumidores jóvenes). El desafío para las SCD consiste en adaptarse a las nuevas realidades, a fin de brindar servicios adecuados a las personas que consumen drogas.